Por la lluvia, se posterga la presentación de Plácido Domingo para mañana

Luego de la polémica y ante las fuertes lluvias en la Ciudad de Buenos Aires, el recital del tenor español Plácido Domingo en la avenida 9 de Julio se pasará mañana jueves 24 de marzo a las 20:00 en el Obelisco.
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El
Ministro de Cultura Porteño, Hernán Lombardi declaró que están todos muy entusiasmados con este show.

El concierto de Domingo coincidirá ahora con la conmemoración de los 35 años del golpe de Estado que dio paso a la última dictadura militar argentina (1976-1983), ocasión en que los organismos humanitarios harán marchas por Buenos Aires y otras grandes ciudades.


Plácido Domingo nació el 21 de enero de 1941 en la calle de Ibiza de Madrid, España, hijo de los cantantes de zarzuela Plácido Domingo y Josefa Pepita Embil Echániz. En su familia le llaman “el Granado”, por cantar desde muy pequeño la canción Granada, de Agustín Lara.
 
En 1949 su familia se trasladó a la Ciudad de México, DF, para trabajar en teatro musical y él comenzó a tomar lecciones de piano. Luego, a la Escuela Nacional de Artes y al Conservatorio Nacional de Música de la capital mexicana, estudiando piano y dirección de orquesta. Un dato: allí fue donde conoció a la pianista Ana María Guerra Cué, con quien se casó en 1957 y tuvo a su primogénito, José Plácido Domingo Guerra. Más tarde él y Ana se divorciaron. Otro dato: allí también conoció a la soprano Marta Ornelas, de Veracruz, con quien se casó en 1962.
 
Su recuerdo: “Estudié primero con mis padres y después el que más me animó fue el maestro chileno Carlo Morelli, en México, perteneciente a una familia de cantantes. Él y su hermano mayor, Renato Zanelli, eran cantantes: Morelli un barítono que venía de haber sido tenor y Zanelli, al contrario, un barítono que se hizo tenor y que fue uno de los grandes Otellos. Empecé con él en el Conservatorio y de ahí, poco a poco, entre lo que aprendía en casa y entre lo que él me enseñó fui haciendo mi carrera.”
 
En México, Domingo demostró, a los 17 años, que tenía una amplitud musical que trascendía a la música clásica: fue arreglador e hizo los coros de los músicos de rock and roll Enrique Guzmán y César Costa, en su banda Los Black Jeans (1958). Esto lo corroboró en 1981, con la canción Perhaps Love, en dúo con el cantante de folk y pop estadounidense John Denver. En 1987, Plácido Domingo y Denver se unieron a Julie Andrews para un especial de televisión, ganador de un premio Emmy, llamado The Sound of Christmas, grabado en Salzburgo, Austria. Él también grabó dúos con Carlos Santana, Michael Bolton, Caetano Veloso, Patricia Kaas y otros.
 
Pero a no equivocarse. Su definición: “A mí, la música moderna, a partir de Igor Stravinsky, en general, no me gusta… No, no podría componer. (…) Yo creo en la ópera totalmente, y que irá a más. En nuestros días hay más teatros, más festivales, más cantantes, y esto es extraordinario. En cuando al estreno de óperas nuevas, hay que hablar de un círculo perjudicial. El compositor tiene miedo de componer melódicamente, porque le tiene miedo al crítico. Yo entiendo la música atonal en lo instrumental, porque hay una manera de crear situaciones o momentos atmosféricos increíbles con esos procedimientos en lo que puede ser una obra extraña utilizando compases de siete octavos, tres quinceavos, nueve dieciseisavos… Esto lo veo y lo entiendo en la orquesta, pero la voz ha de cantar: hay que buscar la adecuada combinación; no se trata de que las melodías tengan que ser fáciles, pero armónicamente tienen que encajar. A mí me ha escrito William Bolcon unas canciones sobre poemas de Federico García Lorca y se trata de un trabajo estupendo, como lo que me escribió sobre La Casada Infiel, con una orquestación extraordinaria y que no es sólo melódica, pero cuando llega la frase [se pone a cantar] “aquella noche corrí el mejor de los caminos montado sin bridas y sin estribos…”, entonces armónicamente todo funciona con fuerza. (…) El compositor no ha de tener miedo y debería pensar más en el público, que todavía tiene derecho a oír melodía; ha de tener el valor de decir “esto se puede cantar”, tiene que ser más generoso y darse cuenta de que el cantante no puede con la música atonal… Bueno, puede, pero ¿a quién le importa el resultado si no hay la belleza? Esto tiene que entenderse y disfrutarse. No sé cuantas generaciones tendrán que pasar para que el atonalismo sea entendido y digerido por la humanidad. Tendríamos que buscar cada vez un público mayor y no menor, porque en general la gente joven tampoco puede entender este tipo de música.”
 
Domingo comenzó como barítono: 12 de mayo de 1959 en el teatro Degollado, de Guadalajara, México, cantando el personaje de Pascual, en Marina. Después hizo el papel de Borsa, en Rigoletto. Pero casi se hace actor de películas. Su recuerdo: “Siempre empiezas con la ilusión, pero antes de haber cantado zarzuela con mis padres estuve en el mundillo de la comedia musical e hice opereta, música de cámara. En México, cuando comenzaba, justo había muerto un par de años antes Jorge Negrete y poco después Pedro Infante. Por eso estuve tentado de dedicarme al cine, ya que estos dos artistas cantaban y hacían películas y en aquellos días quedaba un gran vacío. Comencé a mover ciertos contactos, pero fue entonces cuando me entusiasmé con el mundo de la ópera. Hice una audición –entonces pensaba que era barítono–, pero me pidieron que cantase una parte de tenor, y me contrataron enseguida. Primero canté el Borsa de Rigoletto, luego el Capellán en Dialogues des carmélites, ambas en 1959. Entonces me hice una promesa: si antes de los treinta años no había debutado en el Met y en La Scala, me dedicaría al cine. Pero a los 27 años canté en el Metropolitan y a los 28 en La Scala…”
 
Domingo fue tenor recién meses después, en aquel 1959, cuando consiguió el papel de Alfredo, en La Traviata que se ofreció en el Teatro María Teresa Montoya, de Monterrey. Luego, él siguió con sus padres, interpretando zarzuela. A propósito: “En la zarzuela todos tenemos un poco de culpa, aunque no voy a decir tenemos, porque yo no la tengo, pero sí la tienen los españoles que hablan siempre de este género de una manera despectiva. Ya la expresión género zarzuelero o éste es un zarzuelero refiriéndose a un intérprete, es un error; tampoco saben lo que dicen cuando se habla de género chico. Si a esto se le suma al hecho de que de la zarzuela ha estado mal representada durante décadas… Creo que hoy en día se le está tratando de dar la fuerza y la dignidad que realmente tiene. Yo tengo algunos planes y vamos a seguir llevándola a los teatros que dirijo. ¿Por qué no podemos tener, con todo lo que pasa en la actualidad, zarzuelas contemporáneas que expliquen historias de hoy?”
 
En 1962 él ingresó, junto a Marta Ornelas, a la Ópera de Tel Aviv, y a la Ópera Nacional de Israel, donde en 2 años y medio construyó la base de su fama, en 280 representaciones.
 
Luego de Israel, Marta abandonó su carrera como cantante, para cuidar de los hijos de la pareja: Plácido, Jr. (nacido en 1965) y Álvaro (nacido en 1968). Cuando regresó al trabajo profesional, ella lo hizo en la dirección de escena.
 
En 1966, Plácido Domingo cantó el papel titular en el estreno estadounidense de Don Rodrigo, del argentino Alberto Ginastera, en la New York City Opera, y él éxito resultó inocultable. Domingo se dio a conocer internacionalmente con su debut en Hamburgo en 1967. Y de allí, al Metropolitan Opera de Nueva York donde subió a escena el 28 de septiembre de 1968, cantando con Renata Tebaldi, en Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea. Desde entonces, en 21 ocasiones él abrió la temporada de ese teatro, superando a Enrico Caruso, quien la había inaugurado en 17 ocasiones.
 
¿Cuáles fueron los momentos importantes de su carrera? Él mismo lo cuenta: “Se puede decir que había una época en la que todo lo que hacía era tremendamente difícil, todo era un reto, porque debutar en Viena, Munich, Milán, Nueva York o Madrid –una de las plazas más difíciles en lo personal por la emoción de volver a mi tierra como profesional– son todos recuerdos inolvidables. Casi al principio de mi carrera junto a la soprano Marta Ornelas, mi mujer, tuvimos un contrato en Israel donde estuvimos durante dos años y medio haciendo la universidad de lo que es la enseñanza de canto. Allí interpreté numerosos papeles del repertorio entre 1963 y 1965 [Don José, Don Ottavio, Faust, Nadir de Les pêcheurs de perles, Lenski, Turiddu, Samson y Hoffmann]. Luego vino el despegue definitivo: audicioné para la inauguración de la New York City Opera con el Don Rodrigo de Ginastera, con 25 años: debutar así, en Nueva York, fue el comienzo del gran cambio. Se empezó a hablar de mí y debuté en el Met tres años más tarde… En esos días siempre que hacía un título nuevo era una novedad, porque estaba formando mi repertorio. Mi debut en el Metropolitan fue sustituyendo a Franco Corelli en Adriana Lecouvreur, pero antes ya lo había sustituido en Andrea Chenier en Nueva Orleans, y en tres días tuve que aprenderme el papel. Todo eran debuts, retos: más que hitos, todo ello era una montaña de importantes pasos para consolidar mi carrera.”
 
El 19 de septiembre de 1985, en el mayor terremoto en la historia de México, fallecieron su tía, su tío, un sobrino y el joven hijo de su sobrino, al caerse el bloque de viviendas Edificio Nuevo León en el complejo urbanístico de Tlatelolco. Plácido Domingo intervino en las labores de rescate. Durante 1986 conciertos benéficos para las víctimas y publicó un álbum de uno de tales eventos. El 21 de agosto de 2007, en reconocimiento a su aporte a las víctimas, el artista fue homenajeado en la capital mexicana con una estatua de 2 metros de alto y 300 Kgs. en su honor, fundida a partir de llaves donadas por la población, obra de la escultora Alejandra Zúñiga. Luego, en 1997. Plácido Domingo también ha regalado casas a familias sin recursos en México, luego del huracán Paulina, en Guerrero.
 
Quizá sea el más versátil de todos los tenores vivos. Su repertorio es muy variado y en varios idiomas: ha cantado en italiano, francés, alemán, español, inglés y ruso. Y ha interpretado desde obras de Handel y Mozart hasta Alberto Ginastera, Gustav Mahler y Tan Dun. En escena ha cantado más de 90 papeles diferentes, y si se incluyen las grabaciones, sobrepasa los 120. Su principal repertorio, no obstante, es italiano, francés y alemán. En italiano ha interpretado Il Trovatore, Don Carlos, Otello, Tosca y Turandot. En francés ha sido Faust, Werther, Don José en Carmen, Samson en Samson et Dalila y Les Contes d’Hoffmann de Offenbach. Ha representado con éxito papeles wagnerianos, tanto en el Festival de Bayreuth como en otros teatros de ópera, en particular en Lohengrin y Parsifal (destacadísima representación la de 1991), y Siegmund en Die Walküre (La Valquiria).
 
Pero él lo cuenta así, mezclando su dos actividades: cantante y director: “Giacomo Puccini y Giuseppe Verdi, que también es lo que más he cantado y con lo que estoy más familiarizado. Pero también he dirigido todo tipo de obras, desde el verismo de Pagliacci o Andrea Chénier a otras más complejas como La damnation de Faust. También me interesa el bel canto de Barbero de Sevilla y dirigiré a Renée Fleming en Lucrezia Borgia. Voy extendiéndome hacia todos los repertorios. Ahora quiero hacer mi primer wagner, posiblemente una Walkyria y un Holandés errante. Lógicamente mi sueño es hacer algún día un Ring, en el cual cada vez estoy más metido, ya que ahora estoy llevando dos Tetralogías, una en Washington y otra en Los Angeles…”
 
Sigue añadiendo óperas a su repertorio. Por ejemplo, la ópera El Primer Emperador de China (Qin Shihuang), de Tan Dun (2006), con puesta en escena del director de cine chino Zhang Yimou. Precisamente participó en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Beijing.
 
El 19 de diciembre de 2009 ofreció un concierto al aire libre al pie del monumento de a la Independencia en Ciudad de México, en el que se hizo acompañar por primera vez de su hijo Plácido Jr., y las intérpretes mexicanas Eugenia Garza, María Alejandres y Olivia Gorra, cantando arias de ópera, zarzuela, poemas, música ranchera y tradicionales canciones navideñas.
 
Ahora, él ha intensificado su labor como director de orquesta y artista, tanto de óperas como, ocasionalmente, de orquestas sinfónicas. Su punto de vista: “La ópera es un trabajo de equipo en el que todo tiene su importancia y nada es indispensable. Se requiere que todos trabajemos de acuerdo y es difícil encontrar un director de escena que vaya tan en contra del cantante: si yo me encontrara con uno que plantease algo completamente desquiciado o que con su propuesta ofendiera al público o al compositor, desde luego que me iría, yo no lo aguantaría. A mí me gustan las producciones modernas, me gustan los cambios de época y que presenten nuevas ideas, pero que respeten la ópera.”
 
Él dirigió por primera vez el 7 de octubre de 1973 La Traviata, en la New York City Opera. Y obtuvo un gran éxito con Carmen para la inauguración de la Exposición Universal de Sevilla en 1992. Luego, él dirigió la Orquesta Sinfónica de Montreal el 8 de noviembre de 2005. Desde 1996 es director artístico de la Ópera Nacional de Washington, radicada en el Kennedy Center, dentro de la capital estadounidense. En 1998 fue nombrado director artístico de la Ópera de Los Ángeles, de la que se convirtió en director general en 2003. En 1993 fundó Operalia, concurso para jóvenes cantantes de ópera.
 
Con Josep Carreras y Luciano Pavarotti, formó en 1990 la célebre sociedad artística de Los Tres Tenores en Roma, con motivo del Mundial de Fútbol Italia 1990. El evento fue concebido, originariamente, para reunir dinero para la Fundación Internacional contra la Leucemia José Carreras, quien en 1988 se había tratado por esa enfermedad. Posteriormente, se ha repetido en 1994, Los Ángeles; 1998, París; y 2002, Yokohama. Esas actuaciones, junto al director de orquesta Zubin Mehta, acercaron la ópera al gran público. En junio de 2006, se presentó junto con la soprano rusa Anna Netrebko y con el tenor mexicano Rolando Villazón en el Mundial de Fútbol 2006 en Alemania, con la romanza No Puede Ser, de la zarzuela La Tabernera del Puerto, de Pablo Sorozábal, la cual le valió una gran ovación del público. Su recuerdo: “Lo hicimos al principio con una alegría inmensa de que José [Carreras] volvía a cantar. Después, viendo que al público le gustaba, lo repetirmos con entusiasmo y ganas de divertirnos. Y también, por qué no decirlo, por que nos lo pagaban muy bien, claro que sí. Esta serie de circunstancias hizo que para los tres fuese una época muy bonita y el público lo gozó siempre. A algunos no les pareció bien y supongo que no asistieron, porque se lo iban a pasar mal… Pero yo estoy muy tranquilo porque nunca dejé de lado nada de lo mío por este proyecto: lo he hecho todo: he cantado en Bayreuth, en Salzburgo o donde había que estar para hacer algo importante musicalmente. Seguro, este tipo de espectáculos ha ayudado a la difusión de la ópera.”
 
Para la Copa del Mundo España 1982, grabó el Tema Oficial de dicha Copa FIFA de Fútbol. y en 2002 grabó el himno del centenario del Real Madrid CF, canción que interpretó bajo la lluvia en el césped del estadio Santiago Bernabéu el mismo día que se cumplían los 100 años.
 
Domingo ha aparecido en 6 óperas filmadas: Madama Butterfly, dirigida por Jean Pierre Ponnelle, Carmen, dirigida por Francesco Rosi (ganadora de un premio Grammy), Tosca dirigida por Gianfranco de Bosio, así como en tres dirigidas por Franco Zeffirelli: Otello, Cavalleria rusticana & Pagliacci, y La Traviata, con Teresa Stratas, que recibió igualmente un premio Grammy. Y también en numerosos videos de ópera, como Luisa Fernanda de Federico Moreno Torroba.
 
Plácido Domingo hoy: “A los 70 años… Quizás tenga todavía algunos compromisos de ciertas obras que me han escrito, como el ya citado Il postino de Daniel Catán o en alguna reposición de El primer emperador de Tan Dun. Aunque más que nada haré conciertos con zarzuela y canciones, pero la verdad es que para mí la voz es un misterio y entonces será ella la que me diga “Plácido, hasta aquí”. Dos y dos son cuatro y el cuerpo poco a poco empieza a dolerte por alguna parte, y con la voz debe suceder lo mismo. Hasta que el cuerpo y la voz aguanten. yo cantaré, pero me he propuesto que después de cumplidos los 70 no debería cantar ópera representada, aunque tampoco es algo rígido, porque si me crean un personaje especial, como podría ser un Fidel Castro o un Jacques Chirac, seguro que los canto.”
 
La experiencia de Plácido Domingo como director de 2 teatros, y aplicable al Teatro Colón: “Cuando veo con qué facilidad se manejan los teatros en Europa… Ya conoces desde el principio tu presupuesto, sólo te basta un buen sentido para hacer tu programación. En Estados Unidos no siempre podemos programar lo que queremos, porque tenemos la obligación de llenar el teatro. Y para una nueva producción te tienen que ayudar. Si quieres montar un Wozzeck y sabes que no va a llenar, eso se transforma en una frustración: eso es lo malo de tener que buscar financiación para cada montaje. Pero por otra parte me parece fantástico que el dinero que se invierte en esto sea privado y que sea el propio público el que colabore. En Europa se están buscando más patrocinadores, ya que cada vez más se necesita de ese dinero privado. En mis dos teatros tengo un equipo muy bueno y vamos bien, aunque podríamos ir mejor. Es verdad que el día que anuncio la temporada se vende casi todo, pero hay dos cuestas muy importantes en las temporadas de Estados Unidos: en junio, cuando estamos terminando el curso y las arcas están vacías, y cuando inauguras la temporada en septiembre y todavía no ha entrado el dinero prometido. Es una gran, gran, responsabilidad.”

LND Noticias – Fuentes: Agencias 

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