El taller de monumentos y obras de arte en Buenos Aires
Alrededor de 20 restauraciones se realizan por mes al patrimonio cultural de la ciudad de Buenos Aires por roturas, pintadas, faltantes y demás vandalizaciones, pero la mayor problemática que afronta el Taller de Monumentos y Obras de Arte (MOA) desde el comienzo de la pandemia es el robo de piezas de bronce del parque escultórico ubicado en espacios públicos del distrito.
«El grafiti pasó a ser un elemento secundario debido a la demanda de bronce. Se están robando muchas piezas de bronce. Desde la pandemia es como que fue en aumento. Si bien teníamos casos esporádicos, en estos dos años nos faltaron muchas piezas y nos estamos encargando de reponer la mayor cantidad», sostiene Jorge Grimaz, subgerente operativo del MOA, que lo relaciona al escenario de crisis económica.
Emplazado en Plaza Sicilia, en un rincón de los denominados Bosques de Palermo, el MOA es el único taller público del país que se encarga de la restauración, saneamiento, puesta en valor y limpieza de monumentos y esculturas, una suerte de «hospital» para las 2.200 piezas que componen el parque escultórico de la ciudad (incluidas placas de homenaje, mástiles y jarrones decorativos).
Comenzó a funcionar en 1956 en avenida Dorrego y Figueroa Alcorta, debajo de las vías del ferrocarril, pero desde hace 40 años se instaló en una antigua usina ubicada en los terrenos donde antiguamente se encontraba la quinta de Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 1835 y 1854.
En su Patio de Estatuas, abierto al público de lunes a viernes de 8 a 13, se encuentran muchas de las obras ya restauradas o en proceso de restauración, entre las que actualmente sobresalen «Heracles, el arquero», del escultor francés Émile Antoine Bourdelle, discípulo de Auguste Rodin; «La Duda», realizada en mármol de carrara por el también francés Charles Cordier; y «El Picapedrero», del argentino Emilio Andina y que hace más de cien años fue instalada en Parque Patricios.
Otra de las obras que se destaca es la «Familia de ciervos», realizada en bronce fundido por el escultor George Gardet, y que sufrió el robo del ejemplar menor y el cuerno del mayor. Su traslado desde la Plaza Juan Facundo Quiroga, justo detrás del Rosedal, implicó un operativo especial -con grúa incluida- ya que pesa unas 4 toneladas.
En otras ocasiones, algunos de los 16 integrantes del MOA deben montar un taller junto al monumento a reparar si se hace imposible su traslado a los galpones de la calle Berro 3880 donde dedican horas y horas a reparar, con minuciosidad, cada pieza dañada que puede demandar -según su tamaño- entre cuatro y seis meses de trabajo.
Por mes se reciben una veintena de denuncias por parte de vecinos y personal de las comunas por la vandalización de esculturas y monumentos, fundamentalmente de los barrios de Palermo y de Recoleta donde hay mayor concentración, aunque el personal del MOA también realiza recorridos para ver las obras de toda la ciudad.
En medio del silencio, decenas de bustos y piezas «modelos» y grandes mesas llenas de herramientas y materiales para la reparación, los escultores del MOA (la mayoría egresados del IUNA y carreras de Bellas Artes) vienen trabajando este año en la reposición de varios relieves de los monumentos en homenaje a San Martín, al Almirante Brown, al General Alvear y de la Repùblica de Francia que fueron vandalizados.
«Cada restauración es un desafío distinto, desde una pieza completa que desaparece y no tenemos otro elemento para reponerla que una foto de archivo, antigua, hasta realizar una figura en 3D partiendo de un plano como fue el caso del ejemplar de la Familia de Ciervos que se llevaron completo», cuenta Grimaz, que llegó al MOA como estudiante de ingeniería civil en 1985 y desde entonces está «apasionado» por la tarea de cuidar el parque escultórico de la ciudad.
Muchas veces reciben consultas desde otras provincias, como en el caso de la reparación del Monumento al Obrero Petrolero de Caleta Olivia, en Santa Cruz, y mantienen intercambios con talleres de países con una gran experiencia como Italia, España o Francia para conocer nuevas tecnologías y aplicaciones en la restauración de obras de artes.
Además de las pintadas, robos y roturas, los monumentos y esculturas de la ciudad son afectadas por la erosión del paso del tiempo. A las obras de cemento se les realiza un mantenimiento cambiándole la pátina, a las de mármol se les trata de hacer una consolidación para que ese daño sea lo menos notorio posible y a algunas obras de fundición es necesario protegerlas especialmente.
Algunas, incluso, cuyo material ya no soporta la erosión natural o son demasiado vandalizadas se propone protegerlas en un espacio cerrado aunque de acceso público y siempre en el barrio donde estaban emplazadas respetando su identidad comunitaria.
Otras veces las obras son irrecuperables o faltan tantas piezas que es imposible una restauración. Es el caso de la estatua de Lionel Messi que estaba en el Paseo de la Gloria de Costanera sur y que fue dañada durante el Mundial 1998: «El homenaje es valedero, pero el material es frágil y está todo resquebrajado. Si bien está relleno de hormigón, está hecho de tergopol y resina», explica Grimaz.
En el predio del MOA también yacen grandes bloques de granito gris que pertenecieron a la Torre de los Ingleses, del barrio de Retiro, antes del atentado que sufrió en 1983 tras la guerra de Malvinas. El coordinador del taller cuenta que hubo varios proyectos de restauración pero «realmente es muy onerosa la reposición de algunas piezas porque muchas faltan y otras están rotas». Son parte, en definitiva, de nuestra historia.