Cuando Mafalda padeció la censura
En el Día de la memoria por la verdad y la justicia, el pasado 24 de marzo, el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires recordó el episodio de censura de la dictadura militar sobre el guión de la película de Carlos Márquez –basada en la tira cómica de Quino-, y cómo llegó a incorporarse al acervo del Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken.
El guión de Mafalda ingresó al Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken en 1984, cuando se disolvió el Ente de Calificación Cinematográfica dependiente del Instituto Nacional de Cinematografía, y junto con él llegaron un conjunto de guiones –algunos limpios, otros con una carta de recomendación de revisión, unos pocos con marcas anónimas- provenientes de los catálogos de aquel organismo. “Así llegaron los guiones de Mafalda y de Soñar, soñar, dirigida por Leonardo Favio”, explica Jorge Couselo, encargado de la custodia de los guiones del Museo y descendiente directo de su homónimo, primer director del Museo del Cine.
En un estudio historiográfico todavía inédito sobre la censura en el cine argentino, Paula Félix-Didier –directora del Museo del Cine- y el crítico y programador Fernando Martín Peña dan cuenta de cómo se llevó a cabo el circuito interno de la censura: “El interventor –el abogado Alberto H. León, designado en el Ente tras la jubilación de Miguel Paulino Tato- redactó al respecto un informe dirigido al director del INC (comodoro Carlos E. Bellio): ‘El personaje, esencialmente crítico y poco constructivo, en el guion en examen, no merece en principio objeciones fundamentales, salvo el de la parte final de la página 21, cuando se refiere al discurso que pronuncia Susanita, que no se considera prudente’. En el texto objetado, dice Susanita: ‘A mí también me lastima el alma ver gente pobre. ¡Creéme! Por eso cuando seamos señoras nos asociaremos en una fundación de ayuda al desvalido y organizaremos banquetes en los que habrá pollo y pavo y lechón y todo eso. Así recaudaremos fondos para poder comprar a los pobres harina y sémola y fideos y esas porquerías que comen ellos’”.
“Cada Estado debe defender su propia índole y cada momento histórico tiene sus prioridades. Lo que más debe preocuparnos, en cine y en todo, es la penetración ideológica. La libertad no es el exceso”, había dicho León, poco antes, al periodista Jorge M. Couselo (padre). “Aunque su presencia fue mucho menos pintoresca que la de Tato –lo describen Peña y Félix-Didier-, el nuevo interventor también divirtió a los periodistas con sus opiniones sobre la realidad argentina: ‘Acá problemas de drogas hay pero no en la medida que lo tienen otros países. Problemas de guerrilla y subversión tampoco hay en la medida en que lo tienen otros países. Tampoco hay problema de homosexualismo, como en otros países donde se exhibe públicamente. Aquí somos un país moral. Dentro del contexto actual del mundo entero, somos uno de los países más morales que hay’«.
El guión de la película, dirigida por Carlos Márquez (realizada entre 1972 y 1981), estuvo expuesto hasta hace poco tiempo en la muestra permanente del Museo del Cine. En 2011, Jorge Couselo lo había seleccionado para su exhibición por ser “representativo de cómo accionaba el Ente. Permitía exponer la carta y el diálogo marcado, y así condensar en dos piezas específicas un modelo de intervención general del organismo”. Ante la página marcada, se hace presente su propia memoria de espectador de cine: “La vi en el Cine Broadway, de Corrientes al 1100, hoy devenido en teatro. Era una función con mucho público. Yo creía, a priori, que sería difícil que me lograra transmitir la genialidad de la tira cómica de Quino; iba con una voz mental previa de Mafalda, y siempre me generaría reparos. Incluía mucho material del tercer cuadernillo, en escenarios de vacaciones, escuela y casas de amigos”.
El film se estrenó el 3 de diciembre de 1981. Mafalda –que había sido imaginada, en el principio de su larga génesis, como El mundo de Mafalda– fue anunciada un mes antes de su estreno, el 22 de noviembre de 1981 en Clarín, como “una superproducción en colores”. Allí se prefiguraba un éxito seguro para una película muy esperada.
El proyecto se había tomado su tiempo: ya en 1972 se hablaba de la promesa asociada a El mundo de Mafalda y, durante los años de su preparación, implicó 115 mil dibujos para los que trabajaron medio centenar de profesionales. En algunas notas se mencionan: 300 millones de pesos de presupuesto para 80 minutos de celuloide. Desde la idea inicial, se había decidido compactar el relato a un año de la vida del personaje. Una vez estrenada, la expectativa –al menos la manifestada por los principales medios gráficos del período- no fue defraudada.
Dijo Daniel López en Convicción: “Notable rigor visual en un film de animación (…). El resultado es técnicamente de primera para una cinematografía como la argentina, sin tradición en el campo del dibujo animado. Catú debe ser aplaudido sin reservas, por la elocuente síntesis y el fino trazo de sus originales. El resto es nostalgia pura”.
Dijo Jorge Abel Martín en La Prensa: “Vigencia en film de animación. El espectador, que se deleitará durante años con las filosóficas reflexiones de esta enfant terrible, no saldrá defraudado. La ironía, la mordacidad y la sutileza de Quino se mantienen en esta versión (…)”.
Dijo Clarín: “Grato largometraje construido sobre los personajes de Quino, estrenado ayer (…)”.
Omitido sistemáticamente por los medios de la época de su estreno, el episodio de la censura a la película Mafalda ilumina –en palabras de Fernando Peña y Paula Félix Didier- “los mecanismos de la represión ideológica” que imperaban en la Argentina de la dictadura. Pero no llega a ensombrecer a un film que, en su momento, potenció y complementó la importancia de la tira cómica de Joaquín Lavado (Quino), que había empezado a publicarse en El Mundo, en 1965, y pasó por innumerables diarios y revistas de todo el mundo (Paese Sera, France Soir, The Sun, Telexpress, Excelsior) hasta convertirse, después del Peanuts de Charles Schulz, en la historieta cómica más difundida de la historia.
Ficha técnica:
Mafalda (1981)
Director: Carlos Márquez.
Director de libro cinematográfico: Alberto Cabado.
Director de Animación: Catú.
Director de doblaje: Adolfo Duncan.
Música: Riz Ortolani.
Actores: Susana Klein, Cecilia Gisper, Nelly Hering, Oscar Silva, Paqui Balaguer.
Distribuyó: Aries Cinematográfica Argentina.