Museo Penitenciario Argentino: de cárcel de mujeres a reservorio histórico
El Museo Penitenciario Argentino Antonio Ballvé, ubicado en el casco histórico del barrio porteño de San Telmo, reabrió sus puertas este año y acerca a la comunidad un nutrido archivo de todo el Servicio Penitenciario Federal así como múltiples historias de quienes por allí transitaron cuando funcionó como Asilo Correccional de Mujeres, con una novedosa muestra de legisladoras peronistas que fueron detenidas tras el golpe de estado de 1955 en Argentina.
Sus instalaciones datan de 1735 y en ellas se asentaron, en diferentes períodos, una residencia de monjes jesuitas, un albergue de meretrices, de religiosos Bethlemitas y de soldados ingleses durante las invasiones de ese país a principios del Siglo XIX, hasta convertirse de 1890 a 1974 en la primera cárcel de mujeres.
En la actualidad, el Museo resguarda unas 16 mil historias criminológicas, objetos e imágenes históricas de todo el sistema penitenciario del país gracias al Programa de Recuperación del Museo Penitenciario Antonio Ballvé impulsado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación en septiembre de 2020 y coordinado por Oscar González, actual director del museo.
Una de las muestras más llamativas, titulada «Del Congreso a la cárcel: Legisladoras peronistas detenidas en 1955», reconstruye el paso por el Asilo Correccional de Mujeres de 32 senadoras y diputadas nacionales del Partido Peronista y del Partido Peronista Femenino (PPF) que fueron alojadas allí, incursas en el decreto 4198 de ese año, en la causa denominada «Perón, Juan Domingo y otros, s/traición a la Patria y asociación ilícita».
«Cinco días después del golpe liderado por el general Eduardo Lonardi, se disuelve el Poder Legislativo, se interrumpen los mandatos y se detiene a todas las mujeres legisladoras que habían sido designadas por primera vez por el sufragio popular en 1951 y se las trae aquí. Algunas estuvieron recluidas por semanas, otras por años», relató el director del Museo Penitenciario Argentino.
En la sala donde se encuentra exhibida la muestra puede verse el listado completo de las 32 legisladoras peronistas detenidas, entre ellas, las diputadas por la Capital Federal Dora Gaeta de Iturbe, Delia Degliuomini de Parodi y Ana Carmen Macri así como la senadora por Entre Ríos, Juana Larrauri de Abrami o la diputada por La Pampa, Josefa Miguel de Tubio. El período de detención de esas legisladoras osciló entre un mes y casi tres años, recuperando la libertad las últimas siete, recluidas hacia fines de 1957, tras una amnistía parcial que se transformó en total en marzo de 1958, durante el gobierno constitucional del presidente Arturo Frondizi.
«Esta muestra pone en evidencia un hecho histórico de la política argentina que ha sido ignorado. Recibimos cerca de mil visitas por domingo, de argentinos y extranjeros, nadie conocía o había reparado en esta historia», señaló González sobre la novedad que representa la visibilización de esta parte de la historia contemporánea argentina.
El Asilo Correccional de Mujeres -también conocido como cárcel de mujeres de San Telmo- estuvo a cargo, desde su fundación en 1890, de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, orden religiosa de origen francés que administró institutos de detención para mujeres en América Latina, Europa y Estados Unidos.
«La mayoría de las internas que pasaron por aquí eran presas comunes pero hubo además presas políticas, algunas muy conocidas, como la mujer de Natalio Botana (dueño del Diario Crítica), Salvadora Medina Onrubia», relató.
Agregó que «durante la época de los 30′ pasaron anarquistas, algunas socialistas y comunistas; y durante el peronismo señoras de la oligarquía aristocrática como la famosa Victoria Ocampo o inclusive la escritora y pintora hermana de Jorge Luis Borges, Norah Borges».
En las historias criminológicas resguardadas en el archivo histórico del museo cuidadosamente clasificadas en estanterías confeccionadas por presos de la cárcel de Marcos Paz, pueden leerse los perfiles psicológicos, las condiciones, pseudónimos, la «vida anterior a los delitos» y cárcel a la que fueron asignados los presos y presas de las distintas épocas de gran parte del Servicio Penitenciario Federal.
En el caso de las mujeres, habían muy pocos delitos que se les atribuían, los cuales eran considerados como «delitos menores» por la teoría criminal de finales del Siglo XIX y hasta comienzos del Siglo XX y fuertemente marcados por la interpretación de «la conducta de las mujeres» de la época.
Entre las historias criminológicas del Asilo Correccional de Mujeres pueden leerse condenas por hurto, mujeres repudiadas por sus maridos, empleadas denunciadas por sus patronas por haber «robado vajilla», por alteración del orden público o ejercicio ilegal de la medicina como consta en múltiples legajos por prácticas de aborto.
La falta de «vocación maternal» era, por ejemplo, una «cualidad negativa a corregir» y eran las monjas de la orden del Buen Pastor las encargadas de establecer un régimen disciplinario con la pretensión de «regenerar espiritual y moralmente a las internas a través de prácticas laborales y oficios piadosos».
«Hay un derecho básico que es el derecho a la información, desde el museo buscamos impulsarlo, en el aspecto museográfico, a través de aquellos objetos, lugares y circunstancias que hoy son mostrables como testimonio del pasado; y en materia de los archivos, brindando datos que pueden revelar la evolución de la criminología argentina y de las distintas teorías criminológicas del pensamiento jurídico penal que se fueron desplegando», rescató González.
En este mismo sentido, la subsecretaria de Asuntos Penitenciarios e Interventora del Servicio Penitenciario Federal, María Laura Garrigós, señaló como revelador el poder interpretar a través de la documentación preservada en el museo -con actas de detención que datan de la época del Cabildo- las «diferentes tendencias ideológicas que fueron rigiendo la vida en prisión».
«Cuando una sociedad destina un lugar para alojar personas detenidas y decide cuáles son las personas a las que se les va a quitar el derecho de la libertad está eligiendo qué tipo de sociedad quiere ser. Es importante pensar en quiénes éramos pensando en quién queremos llegar a ser», expresó a esta agencia Garrigós.
Asimismo, la funcionaria remarcó que esta mirada histórica permite ver «cómo hemos avanzado en el trato con las personas, en el análisis de lo que es una conducta delictiva, en superar la estigmatización y las clasificaciones peyorativas» y agregó: «Todo eso se puede apreciar con una corta visita al Museo».