El Café de Hansen, tango y mística en los Bosques de Palermo
El Café de Hansen era un restaurante-bar que, a mediados del siglo XIX en la Ciudad de Buenos Aires, arrastraba a la población hacia sus puertas cual imán.
Contaba con una estructura imponente de colores claros y varios patios y terrazas para elegir. Lo rodeaba un amplio pastizal y árboles cuyas copas frondosas lo hacían resaltar aún más.
En aquél momento, lo que hoy es el bullicioso y ecléctico barrio de Palermo era un lugar muy retirado de la ciudad. Todavía no se había edificado demasiado la zona, con lo cual desde ahí los clientes podían disfrutar de una hermosa vista hacia el Río de La Plata.
El Café de Hansen, según daban a entender sus contemporáneos, tenía dos caras. De día era un restaurante familiar, cuyos comensales aprovechaban a pasear por el parque y después degustar un buen almuerzo o algunas bebidas en el patio.
En el año 1903, la famosa revista Caras y Caretas describía al lugar como “el paraje más pintoresco de Buenos Aires”. Por su parte, el poeta y escritor Enrique Cadícamo lo describía como “un salón de baile, concurrido por gente calavera de diferentes rangos. Un ambiente bravo, pero muy divertido”.
Cadícamo expresaba estas palabras porque, de noche, la historia del Antiguo Hansen era otra. Su espacio se llenaba de rufianes, vivarachos y maleantes, como también ocurría con el -aunque allí no había tanta distinción entre el día y la noche: el caos era ligeramente constante-.
No era raro ver juntadas que terminaban a los tiros como máximo, y a los golpes como mínimo. Se tocaba tango pero no se bailaba, ya que estaba oficialmente prohibido.
Johan Hansen era un inmigrante alemán. Fue el propietario del café desde su inauguración hasta el día de su fallecimiento.
¿Cómo se dio el encuentro entre Hansen y el café homónimo? Este sucedió en mayo de 1877, cuando el hombre pidió a la Comisión del Parque 3 de Febrero el arriendo de una casa ya existente. Argumentaba, con el fin de conseguir el terreno, que en los 8 años que llevaba en Palermo nunca había faltado a sus obligaciones.
El camino de ambos se separó en 1892, cuando falleció Hansen. El café siguió abierto varias décadas más, hasta 1912, bajo la dirección de Anselmo Tarana.
El Café Hansen fue evocado por tangos como Tiempos Viejos, con letra de Manuel Romero, o el Fueye de Arolas de Héctor Marcó. El “chupping-house” de Palermo, como lo definió el periodista Félix Lima, acompañó el crecimiento inicial del parque Tres de Febrero como lugar de recreación para los porteños, convirtiéndose en un hito de la historia de Buenos Aires.