El club de rugby de la Villa 31
V31 se llama el club de rugby y hockey que nació y funciona en el Barrio Padre Carlos Mujica, en la Villa 31 del barrio porteño de Retiro.
Los primeros años, el V31 Club contó con el padrinazgo de Botines Solidarios, una fundación que intenta transmitir los valores del rugby -juego en equipo, esfuerzo, tenacidad- a jóvenes y adultos en barrios vulnerables o condiciones de encierro. «En el primer año se sumaron muchos profes de la primera de clubes como Champagnat y Pueyrredón -cuenta Lucas Morales, vicepresidente de V31 Club-. Además de bancar a los profes, Botines coordinaba traslados y generaba recursos para poder viajar y competir en otros lados».
Botines ya no es parte de V31. Lucas aclara que el padrinazgo generó lo que tenía que generar: enseñarles a ellos a tomar decisiones.
La canchita
Un mural enorme con el Gauchito Gil y dos leones pintados en la pared de un comedor comunitario velan por los que se acercan a hacer deporte. Mientras otros chicos juegan al fútbol, se ve cómo algunos aviones que salen de aeroparque remontan vuelo. Pasan tan cerca como en muchos clubes de rugby de Primera división que están ubicados en las inmediaciones del Aeropuerto Jorge Newbery.
Darío Reyes es el presidente de V31. Coincide con Lucas que los cargos son necesarios para conseguir la personería jurídica, que obtuvieron hace pocos meses, pero que son ficticias porque todos son directivos, entrenadores, jugadores y psicólogos a la vez.
Los chicos que se acercan al rugby viven en distintas zonas de la villa: Güemes, YPF, Viejo Correo y Barrio Chino. Darío dice que el club tiene más de 150 integrantes: «Menores en rugby deben ser alrededor de 20, y mayores, cerca de 24, pero a veces para una gira somos 30 y de repente para entrenar un miércoles a la noche somos 10. En hockey, participan alrededor de 40 chicas, todas menores, no hay mayores. Y, en crossfit, son como 60».
Aunque el rugby siempre estuvo ligado con un sector socioeconómico alto, Lucas dice que ahí tuvo buena repercusión. Por ser un deporte «desconocido» llamó la atención de los pibes del barrio: «Lo emocionante es que algunos de ellos andaban en la mala y después se terminaron transformando y se encaminaron hacia objetivos y propósitos mucho más lindos, que hacían a la convivencia de los sectores del barrio. Y ahí se empezó a consolidar un grupo comprometido».
Como V31 Club no es parte de una competencia formal por no estar dentro de una unión, integra la liga de Rugby Social Metropolitano, que está conformada por 20 organizaciones que hacen rugby social en diferentes partes de Buenos Aires y una vez al mes organizan un encuentro regional. Darío explica que a veces llegan a ser más de 500: «Los chicos vuelven recontentos y fusilados porque juegan tres o cuatro partidos en un día. Es muy lindo ver cómo chicos que, si no se formaba esta organización, capaz nunca hubiesen conocido el rugby, y hoy están jugando un deporte que hasta hace poco era para clubes y colegios grandes».
Lucas dice que el principal objetivo de V31 es empoderar y ayudar a los chicos a tomar cada vez mejores decisiones. Considera que el rugby y los valores que pregona son muy importantes para esta cruzada: «Hay muchas familias ausentes acá, y los pibes crean hábitos insalubres. Buscamos generar este espacio de contención en donde los pibes terminan descubriendo un primer hogar, un grupo sano de amigos. Reciben afecto y terminan creando hábitos de vida lindos, incorporan valores, disciplina, entienden a través del rugby. Y lo mismo que practican en un entrenamiento o en un partido lo llevan a sus casas como hijos, padres, en el colegio o en el trabajo».
Algunos de los chicos se toman tan en serio el rugby que se van a otros clubes grandes para desarrollarse en el juego: «No es el principal propósito formar buenos jugadores y que terminen en Los Pumas. Pero es un efecto colateral que nos hace felices». De todos modos, Lucas ve potencial en los jóvenes y está seguro de que, en pocos años, muchos de estos chicos tendrán la oportunidad de jugar en algún seleccionado.