BA recicla. Un plan que apunta a la separación de residuos y la gestión social
Separar los residuos húmedos de los secos en cada casa es el primer gran paso para un proceso de reciclaje eficiente.
La correcta gestión de los residuos es hoy uno de los desafíos más grandes que tienen las ciudades y el mundo. Y Buenos Aires –lógicamente- no es ajena a esa problemática que requiere de cada vez mejores políticas pero también de creatividad y participación.
Es con esa mirada que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se encuentra trabajando en reforzar su plan de reciclado a partir de lo aprendido en las últimas décadas. “Estudiamos muy exhaustivamente lo que funcionó y lo que no y así lanzamos ahora un programa integral con la idea de lograr que el 80% de los vecinos separen en sus casas los residuos húmedos de los secos, que son los que pueden reciclarse”, explica el líder del plan de reciclado de la ciudad Juan Mattera.
La consigna está más que clara: los que viven en casa, o en un departamento sin encargado, o son pequeños comercios, van a poder llevar sus reciclables al contenedor verde, a la campana o al punto verde más cercano.
En ese sentido una de las novedades es que habrá un contenedor verde o campana a menos de 150 metros de cada hogar, como para que acercar los materiales hasta allí ya no sea un problema. El mapa con la geolocalización de todos ellos –además de muchísima información sobre qué separar y cómo- puede visualizarse en ciudadverde.gob.ar.
En cuanto a los que viven en edificio con encargado, o sean comercios, empresas o instituciones, los recuperadores urbanos van a pasar a buscar sus reciclables para llevarlos a alguno de los 16 centros verdes que hoy tiene la ciudad.
La ruta de los reciclables
¿Qué pasa después con todos esos reciclables que se recolectan? “Hay un mito que dice que no vale la pena separar, porque toda la basura igual termina junta: eso es mentira. Todo lo que se recolecta, ya sea de contenedores, o de campanas o de grandes generadores, se lleva a alguno de los 16 centros verdes donde los residuos se clasifican y enfardan para reisertarlos en la industria”, precisa Mattera.
Buenos Aires es una de las pocas ciudades del mundo que tiene una gestión social de residuos secos. En el sistema trabajan 12 cooperativas y 6.500 trabajadores entre recuperadores urbanos, promotoras y operarios de logística y de centros verdes. A lo largo de los años el esquema se fue formalizando con un marco de organización, una estructura de trabajo y la inclusión en el sistema productivo.
La ciudad cuenta también con un Centro de Reciclaje que queda en Villa Soldati y donde se procesa la totalidad de los residuos áridos (unas 2.500 toneladas diarias de escombros y restos de construcción); los forestales (la poda); una pequeña parte de los orgánicos (principalmente de hoteles y restaurantes) y también botellas PET: todos residuos que antes iban al relleno sanitario. Además en 2017 se sumó una planta MRF (Material Recycling Facility) que permite reciclar el material de una forma mucho más eficiente. Se trata de una de las tres instalaciones en su tipo con las que cuenta la Ciudad (las otras dos están en Barracas y Saavedra).
La clave: una mirada integral
Para poner en práctica el plan el Gobierno de la Ciudad trabaja en tres líneas de acción. La primera tiene que ver con desarrollar un nuevo enfoque en el sistema de disposición y recolección para que sea más simple, más accesible y más confiable. “Para eso fue que organizamos la separación en dos grandes grupos: los pequeños y los grandes generadores, porque cada uno requiere de una logística diferente”, relata Mattera.
El segundo eje se vincula con una profunda transformación cultural que ayude a repensar costumbres e incorporar hábitos: del programa forma parte la concientización puerta a puerta en toda la ciudad, capacitaciones a los encargados de edificios, el lanzamiento de la red de economía circular y la continuidad del programa Escuelas Verdes, que ya tiene más de diez años.
La tercera y última pata pasa por ordenar la normativa vigente, promover acuerdos para la reducción en el uso del plástico y fomentar el control de la separación en origen por parte de los vecinos.
Al respecto Mattera marca que así como se avanzó con la eliminación de bolsas de plástico livianas, de los sorbetes y con la ley de pilas, “la idea ahora es seguir trabajando con la industria y los comercios para contar con otras herramientas como las regulaciones que promuevan el envoltorio único en los comercios de la ciudad”.
La magnitud del desafío
En la ciudad se generan todos los días cerca de 7.500 toneladas de residuos. Eso equivale por mes a la cantidad de basura que podría cubrir la Plaza de Mayo con una montaña de 32 metros, o la totalidad de la 9 de Julio de punta a punta con una capa de residuos de un metro de altura.
Alrededor del 56% de esos residuos son recuperados. Y de todos esos el 34% son áridos o voluminosos, el 26% orgánicos, otro 26% son reciclables, el 4% forestales o restos verdes y el 10% restante, otro material.
“Aún tenemos un esfuerzo gigante que hacer para lograr recuperar más de los reciclables que se generan en los hogares”, concluye Mattera y revela que la Ciudad, desde el Ministerio de Espacio Público e Higiene, está lanzando también un programa de embajadores verdes, que pueden anotarse a través de BOTI (el chat de la ciudad al 11 5050-0147 ) o en ciudadverde.gob.ar.