Atis, el bar de San Telmo que funcionó como un convento de monjas
Definitivamente San Telmo es uno de los barrios que alberga más historias y los jardines del Atis Bar son una de las grandes joyitas del barrio, imperdibles de conocer. Ubicado en la calle Perú al 1400, se trata de un convento de monjas convertido en un bar que mantiene una de las terrazas más vistosas de la ciudad.
El edificio es una construcción que data de mediados del 1800, en donde funcionaba el convento de monjas Santa María de la Salud, un espacio de habitaciones pequeñas y espacios comunes amplios que se comunicaban entre sí por medio de pasillos, escaleras y patios abiertos.
Tras la epidemia de fiebre amarilla (1871), el lugar se convirtió en un conventillo de inmigrantes (como es el caso de gran parte de las casonas de ). Un tiempo después pasó a ser un hotel, luego un restaurante, seguidamente una feria de arte y, desde finales de 2020, funciona como bar. Las posibilidades de reinventar el lugar son inagotables.
Ahora, el espacio está a cargo de Francisco Valiente, titular de la cooperativa que abrió Atis Bar. Durante los primeros meses tras su apertura, el bar funcionaba únicamente en la planta baja, pero luego del furor que causó entre los visitantes se expandieron hacia la terraza colgante.
“Empezamos con un bar adelante y después, por la demanda de la gente, tuvimos que expandirnos. Hablamos con el propietario y nos permitió habilitar la terraza”, contó Valiente en diálogo con Radio Cooperativa.
El nombre del lugar no es casual: Atis es el hijo de una diosa griega relacionado a la vegetación. Es justamente la terraza la que distingue al lugar del resto, en donde hay una variedad de más de 500 plantas que va variando de color según las estaciones del año.
La historia del espacio es tan icónica que incluso la autora Gaby Zárate se inspiró en el lugar para dar vida al relato las «Niñas de pelo color Naranja» (Crónica de una Historia de Fantasmas), personajes de ficción que se cree a veces aparecen en el lugar.
«(…) Aunque los años pasaron, todavía, en el caserón de San Telmo, cada tanto en la tarde el rocío se vuelve más amargo, el viento se vuelve más fuerte y la voz de Josefina parece escucharse entonando una canción para despedir a su hermana. La otra niña de cabellos color naranja, la niña que se fue. Cuando el jardín de Atis comienza a florecer, aparecen en una de las enredaderas unas delicadas flores naranjas que solo se dejan ver por la tarde a quienes logran imitar el silbido del colibrí».