Pasaje Santos Discépolo, la curva porteña que dejó el primer tren de Argentina
Al caminar por la Ciudad de Buenos Aires, muchos peatones intentan descifrar por qué algunas calles tienen un formato extraño, muy distinto a las diseñadas en el resto de cada barrio. Una de ellas es el Pasaje Santos Discépolo.
Este pequeño paso peatonal resalta en el barrio de Balvanera como una curva de poco más de 100 metros de longitud, repleta de edificios, viviendas y hasta una escuela centenaria.
Y, aunque miles de personas lo atraviesan cada día, muchos ignoran que por allí circuló el primer servicio ferroviario de Argentina, que comenzó a funcionar el 29 de agosto de 1857.
Ante el importante crecimiento demográfico de la ciudad de Buenos Aires, en 1853 comenzaron los preparativos para crear e inaugurar el primer tren de Argentina.
Esta ruta sobre rieles, que se estrenó en 1857 con el primer viaje de la locomotora “La Porteña”, unía la Estación Parque, construida en el terreno donde actualmente está el Teatro Colón, con el barrio de Floresta.
Y, aunque el trazado se diseñó con muchos tramos en línea recta, la geografía del terreno obligó a construir un breve recorrido en forma de “S” en el barrio de Balvanera, limitado por las actuales calles Lavalle y Riobamba y las avenidas Callao y Corrientes.
Pocos años después, ante la necesidad de una terminal ferroviaria más grande para recibir los trenes del Ferrocarril del Oeste, se construyó la estación Once de Septiembre y se clausuró la Estación Parque.
Tras esta decisión, el Pasaje Santos Discépolo vio pasar a los últimos trenes en 1883, cuando oficialmente se clausuró el trazado hasta la primera cabecera del país.
¿Qué ocurrió con el Pasaje Santos Discépolo cuando dejó de pasar el tren?
Durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX, el Pasaje Santos Discépolo era un atajo utilizado por algunos carros, que circulaban por los barrios de Buenos Aires.
Pero, debido a su diseño y desuso, este pequeño sector de Balvanera se transformó en un espacio peligroso, que muy pocos se animaban a recorrer en cualquier momento del día.
Por fortuna, tras la llegada de los primeros vehículos al país, se estableció que el antiguo trazado ferroviario debía transformarse en la calle Rauch y, de esta manera, dejó atrás su faceta “peligrosa”.
Finalmente, el Pasaje Santos Discépolo experimentó otro cambio rotundo a mediados de 1930, cuando allí se instaló una Feria Franca, con puestos donde se vendían comidas muy variadas.
Y, en aquella época, el edificio de la Escuela Normal Superior N°9 Domingo Faustino Sarmiento, que lindera con el pasaje desde 1886, recibió la compañía de otras construcciones que han perdurado.
La más famosa es la de una antigua fábrica de bujías, construida por el arquitecto Benjamín Pedrotti en 1926, que en 1980 se transformó en el conocido Teatro del Picadero.
La historia del Pasaje Santos Discépolo como peatonal es muy reciente, ya que adquirió esta característica luego de una ley, que se sancionó el 3 de noviembre de 2003.
Es decir, desde hace 20 años, los peatones se adueñaron de este pintoresco recorrido urbano, que aún conserva una placa en su intersección con la calle Lavalle, para recordar que por allí viajó la primera locomotora de Argentina.
Por último, su momento histórico más reciente tuvo lugar en 2008, cuando recibió el título de “Sitio de interés cultural” por su relevancia histórica y su permanencia en la ciudad durante más de 150 años.