W-Galería, en pleno San Telmo

Ingresar a una galería de arte supone el inmediato encuentro con una obra que despliega sus cualidades estéticas en espacios de dimensiones mayores o menores, pero que no se desarrollan, por lo general en grandes extensiones, característica que sí poseen museos o instituciones como fundaciones o similares. Sin embargo, desde hace pocos días la galería W inauguró su nuevo espacio en el barrio de San Telmo, en el sur de la ciudad de Buenos Aires, que cuenta con tres pisos y un patio para exhibiciones en una superficie de 1600 metros cuadrados. El lugar tiene, además, una historia. Pertenece a la familia Helft, prósperos empresarios que poseen además el don genético del coleccionismo, transmitido de generación en generación.

“La familia Helft está muy ligada a la historia del arte en la Argentina –dice Ricardo Ocampo, titular de W–. Han sido mecenas y apoyaron muchísimo al coleccionismo en el país y sigue apoyando a los artistas. Ellos construyeron este espacio para albergar su colección, era un lugar privado. No era un depósito en sí, las obras estaban montadas. A pesar de no estar abierto al público, se podía visitar con rigurosa cita, aún así y todo mucha gente del sistema del arte recuerda haber recorrido el lugar”.

—Ricardo Ocampo: Estábamos buscando un lugar para poder ampliar la galería y llegamos a este espacio y nos pareció primero ideal por el barrio. Esta zona de San Telmo en los últimos tiempos y con ayuda de la actividad que el Museo de Arte Moderno y el MACBA realizan y otras galerías están generando nuevos circuitos.

—La sede de W en el microcentro, en la calle Viamonte también tiene una historia: en los años 70 albergaba al Centro de Arte y Comunicación de Buenos Aires (CAyC)

—F.C.: Ese espacio se mantiene y hoy es W Archivos. Ahí había un traspaso generacional de lo que había sido el CEIC en los setenta; este espacio de San Telmo se relaciona con lo que significó en los ochenta. Me parece que es algo también muy identitario de la galería. La galería está atenta, no es una mera coincidencia. Claramente hay una idea de revalorizar nuestra historia y de revalorizar el patrimonio cultural y el legado cultural. Es una parte importante para nosotros la investigación que intentamos centrar en W archivos, es una pata importante el pensamiento, Y eso se ve reflejado en la parte editorial que también impulsamos y en el equipo de exposiciones que hacemos.

¿Y qué tipo de exposiciones se pueden apreciar en el nuevo espacio de San Telmo? Hay cuatro muestras de artistas individuales, una en cada sala en los tres pisos del lugar, y una instalación en el patio.

En la sala 1, Anahi Cáceres presenta Árbol de agua, una serie de cuadros que albergan unas obras muy fuertes, marcadas de ese modo por la textura misma de la tela. Que no es otra que lona de camiones, un material rústico pero firme en el que densas figuras remiten quizás a lo atávico –las obras fueron producidas en los años 80 en la ciudad de Temuco, en Chile, en el punto que marca la frontera con las regiones mapuche que pueblan el sur trasandino. Son energía pura.

La sala 2 es espacio para que Mónica Millán muestre Barroco Apo oí, fruto de la investigación y el sumergimiento en la población paraguaya de Yataity del Guairá, una pequeña localidad cuna del tejido Apo oí, un textil tradicional de fibra natural que se remonta a la cultura guaraní. La muestra es el resultado de la acción artística colaborativa de Millán con las tejedoras de ese pueblo y cómo también el registro elegido por esas mujeres da cuenta de hechos históricos que aún marcan a Paraguay (como la guerra de la Triple Alianza, que diezmó a la población masculina a manos de los ejércitos argentino, brasileño y uruguayo utilizados en función de los intereses imperiales de Gran Bretaña).

Las obras realizadas recientemente de manera colaborativa junto a Millán muestran la vida cotidiana, a la vez que en algunos tejidos se pueden ver bailar a mujeres entre ellas. Imposible no pensar en una canción: “Ellas bailan solas”, aquella cueca compuesta por Sting en emotivo homenaje a las mujeres que buscaban a sus hijos y esposos desaparecidos y que también se convirtió en un emblema de las madres de desaparecidos argentinas.

La sala 3 es el espacio para el arte textil de Chonon Bensho, artista de 31 años, cuyo origen es la nación shipibo-konibo, ubicada dentro del Amazonas peruano. Nacida en la comunidad de Santa Clara, situada a orillas del río Ucayali (uno de los afluentes del Amazonas), su nombre se traduce como “golondrina de los campos medicinales”. Los bordados expresan las visiones que las tradiciones herbolarias de su pueblo se transmiten de generación en generación, y están acompañadas por las figuras mitológicas que forman parte de su imaginario cultural. Pájaros, sirenas, pumas, ritos comunitarios realizados con la técnica cuidadosa del bordado permiten ampliar el horizonte de conocimiento sobre los pueblos amazónicos y su actividad artística atravesada por un espíritu muy vital.

La sala 4 es el espacio para Nora Correas y sus Lentos presentimientos, claras alucinaciones que muestran una serie de esculturas que dan existencia a unas corazas gigantes, como vestimenta de guerreros medievales pero hechas en ciertas partes con vidrio, madera, barro, crines, juncos. En cada coraza puede residir la violencia misma, pero quizás de manera defensiva ¿Cómo explicar sino esos vidrios amenazantes que componen la parte del pecho del guerrero? Las obras remiten a un mundo onírico, en donde resuenan sin embargo las violencias reales del mundo en el que vivimos.

El jardín de W alberga una instalación de Florencia Sadir llamada Geografía de humo hecha a base de ladrillos. Quizás el punto más flojo de toda la recorrida por el lugar. De conjunto son muestras que vale la pena recorrer con calma y, tal vez, quedarse en las mesitas del jardín para intercambiar opiniones o simplemente reflexionar sobre lo visto. Otra de las ventajas que tiene una galería grande con jardín incluido.

“Es más fácil para las personas que están ligadas al sistema del arte, que son sus actores, ya sean artistas, curadores, coleccionistas, pero hay otro público que es el público mayor, digamos en cantidad, que no está ligado al arte y que por ahí no visite una galería, ya que no sabe si en una galería se cobra una entrada, o que cree que la galería sólo se venden obras o que piensa que una galería es extremadamente inaccesible porque tiene la idea de que el arte es caro o para un cierto grupo –dice Ocampo–. Entonces lo que se está intentando hacer es poder hablar de arte desde un montón de lugares, generar un espacio distinto”.

Galería W. Defensa 1369, San Telmo, CABA. Abierto de martes a sábado de 11 a 17.

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