Centro Cultural de la Ciencia de Buenos Aires

«Ciencia es cultura» es el lema del Centro Cultural de la Ciencia, el C3. Desde que abrió las puertas en noviembre de 2015, el edificio ubicado en el Polo Científico Tecnológico de la calle Godoy Cruz 2270, recibió medio millón de visitantes. Aunque no es estrictamente un museo, al estilo del Bernardino Rivadavia o el de La Plata, es una de las tres salas nacionales que más público convocó en 2018, después del Bellas Artes y el Cabildo: 230.000 personas; entre ellas, más de 15.000 alumnos de escuelas primarias y secundarias.

Para montar esta muestra, el C3 contó con la colaboración del Science Museum de Londres. Fue la primera vez que el prestigioso museo coprodujo una exhibición en la Argentina.

Niños científicos

A pesar de las restricciones presupuestarias por los recortes de áreas del Estado como Cultura y Salud (el organismo depende de la Secretaría de Salud), el C3 encara 2019 con grandes proyectos y una amplia programación cultural gratuita, siempre con la divulgación científica como foco en sus tres salas permanentes dedicadas al azar, el tiempo y la información), con actividades interactivas para chicos y grandes.

Allí los más pequeños pueden hacer experimentos como si fueran científicos de laboratorio, observar por un microscopio bacterias comunes, como las que están en los picaportes y los teléfonos, o comparar distintas colonias en crecimiento.

En las salas 1 y 2, además del laboratorio, hay instalaciones artísticas que representan de manera muy simple cómo se agrupan las bacterias en una superficie: una de ellas es una obra de gran tamaño formada por tubos de ensayo y pipetas de vidrio que contienen líquidos de distintos colores. Es una obra de bioarte, un género en expansión en el país.

Otra pieza que acapara la atención de chicos y grandes es un hormiguero de acrílico donde se puede observar cómo las hormigas cortan y cargan hojitas para alimentarse. El guía explica que con la acumulación de las hojas y la humedad de la tierra se generan bacterias que en la actualidad son objeto de estudio como potenciales antibióticos.

Dr. Cuántico versus Albert Einstein

Guadalupe Díaz Costanzo, directora del C3, participó del proyecto desde el inicio, que empezó tres años antes de la inauguración. Formada como Física en la UBA, recuerda la etapa de prueba y error para crear los módulos interactivos del proyecto «Lugar a dudas», que incluye las tres salas temáticas permanentes. En «El azar», una enorme rueda recibe a los visitantes donde se puede elegir una variable de cada grupo: hombre / mujer; estaciones del año; equipos de fútbol. La rueda gira tres veces; el guía registra los resultados y obtiene un porcentaje que indica la frecuencia con que salen esas mismas respuestas.

Un poco más lejos, otros chicos descubren cómo y por qué se inventaron los relojes y de dónde viene esa manía ancestral de medir el tiempo. Cada explicación genera nuevas preguntas. Y esa es, justamente, la idea central de las muestras del C3: no brindar todas las respuestas sino, más bien, abrir el juego a las dudas y las preguntas. Un desafío que el público (la mayoría, familias con chicos en etapa de jardín y de escuela primaria) acepta con ganas.

Muchos de los más de 200.000 visitantes de 2018 se engancharon con las «visitas conversadas» que se ofrecen los sábados y domingos a la tarde. Además de preguntar, explorar y tocar, es una gran oportunidad para dialogar e intercambiar experiencias sobre la ciencia en la vida cotidiana.

Un hit del año pasado fue la «lucha libre del conocimiento científico», un espectáculo que combinó teatro, acrobacia, humor y divulgación científica en un formato muy original: enfrentamientos en un ring entre titanes al estilo de Martín Karadagian y Mister Moto. El personaje favorito fue Dr. Cuántico, que se enfrentó a Albert Einstein, por sus distintas visiones sobre la ciencia. ¿El ganador? Dr. Cuántico, que se sube al ring como villano y termina como superhéroe.

Nuevos proyectos

Para los interesados en la divulgación científica, en el C3 funciona una biblioteca especializada con gran variedad de títulos para chicos y adolescentes de sellos como Iamiqué y Siglo XXI.

En el edificio de Godoy Cruz 2270 funciona también la escuela de Formación en Educación y Comunicación Pública de la Ciencia (que dura dos años, es gratuita y ofrece becas y salida laboral para los estudiantes). Los guías de las muestras permanentes y temporales aprenden en los talleres cómo facilitar la interacción con los asistentes, entre otras cuestiones. La carrera ya cuenta con 120 egresados.

«A partir de abril tendremos un nuevo ciclo de entrevistas a científicos, una sala de escape para jóvenes y adultos sobre misterios forenses y visitas conversadas sobre la historia del tiempo y del azar», adelanta Díaz Costanzo.

Entre los planes para este año, el C3 será la sede del próximo MICA (Mercado de Industrias Creativas Argentinas). La edición 2019 (del 28 de junio al 2 de julio) tendrá actividades especiales que involucren el cruce y la participación entre artistas, diseñadores y científicos. Finalmente, Díaz Costanzo tiene un proyecto ambicioso: diseñar una ópera científica para contar hitos de la ciencia con música y teatro. Además, después de tres ediciones de la Noche de los Museos con el C3 a pleno, le gustaría organizar una Noche de la Ciencia.

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