Cerró el restaurante Pippo, uno de los grandes clásicos de la gastronomía porteña
La pandemia impactó de lleno en la actividad económica. El comercio en general y la gastronomía en particular son de las actividades más castigadas. Así, otro clásico de la noche porteña anunció que bajará sus persianas de manera definitiva: “Pippo”, el restaurante ubicado en Montevideo al 300 y que no cerraba nunca, finalmente bajará sus persianas.
Los dueños del clásico restaurante ya comunicaron a sus 25 empleados que la situación se volvió insostenible y que resolvieron cerrar. Desde abril pasado los trabajadores solo venían percibiendo la porción de su salario que aportaba el Estado a través del programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) y comenzaron a acumular una deuda con la empresa que nunca se llegó a saldar.
Aunque los dueños del local intentaron aguantar la crisis apostando al delivery y take away, los altos gastos fijos de un local de esas dimensiones volvieron inviable la ecuación, y lo facturado durante los últimos cinco meses no alcanzaba ni para cubrir los salarios de los trabajadores. Pippo ya venía golpeado por la recesión y la fuerte caída del consumo que se registró durante los últimos años, y ahora la pandemia le asestó el golpe definitivo y éste, uno de los lugares casi obligados de quienes vivían la noche de la avenida Corrientes, ya no abrirá sus puertas.
El restaurante Pippo es un símbolo de Buenos Aires, fundado en 1937, un año después de la construcción del Obelisco. Abrió sobre Sarmiento entre Montevideo y Rodríguez Peña en el Nuevo Mercado Modelo, donde hoy funciona el Paseo La Plaza. En 1941, se instaló en la calle Montevideo 341 y a su alrededor se creó un polo gastronómico. Se convirtió en un lugar de cita obligada de músicos, artistas, amigos, familias y trasnochadores. Uno de sus dueños, José Sencio, solía contar que una noche de 1952, casi a las dos de la mañana, se pusieron a cantar los integrantes del trío Los Panchos. Edmundo Rivero siempre iba, igual que el actor Pedro López Lagar. Luis Sandrini era un fanático de las comidas de Pippo, igual que Malvina Pastorino, Tato Bores, Alberto Olmedo y Jorge Porcel. Entre los deportistas, Horacio Acavallo, Ringo Bonavena y El Mono Gatica no faltaban. Luis Alberto Spinetta iba siempre y pruebas no faltan. En una entrevista en la revista Rolling Stones, Charly García contó que una noche se le acercó el “Flaco” en Pippo y le dijo que tenía talento y que se cuidara de los vampiros. Pappo también almorzaba allí con Spinetta.
Sus empleados están tristes, algunos tienen más de 30 años de antigüedad. En medio de la desesperación juntan firmas para ver si alguien puede detener el cierre de este lugar de culto, que el 2 de junio cumplió 83 años de vida en la gastronomía porteña.