En qué se convertirá el edificio histórico de Núñez con mural de Quinquela Martin

Cuando se construyó en 1937, su tecnología de vanguardia lo posicionó como uno de los edificios más modernos de Sudamérica. Y en 2005 su trascendencia le concedió el título de Monumento Histórico Nacional. El edificio del Tiro Federal en el barrio porteño de Núñez, a pocos pasos de la avenida del Libertador, es un ícono de la ciudad de Buenos Aires que hoy se remasteriza y cambia su destino.

El edificio que este año fue sede de Casa FOA, funcionó hasta 2020 como sede del Tiro Federal, donde había oficinas, una confitería, polígono de tiro y auditorio. Pero los desarrolladores del grupo Casa Histórica S.A tienen entre manos nuevos planes para el lugar. El año pasado cerraron un contrato de alquiler por 40 años para llevar a cabo propuestas gastronómicas, centro de salud, consultorios externos, oficinas comerciales, salones de usos múltiples y la construcción de más de 1000 cocheras cubiertas en dos subsuelos.

El plan para el edificio está por definirse. Tras bambalinas, Gustavo Fernández,-presidente de la desarrolladora a cargo- revela el anteproyecto que podría reconfigurar el edificio.

Si hay una certidumbre en la fase preliminar es que, dada la naturaleza histórica del edificio, Fernández afirma que la estructura original se conservará y lo que se haya construido después, como un galpón y algunas construcciones, podrán ponerse en valor.

“Los 8.500 metros cuadrados se van a transformar en oficinas, una parte de servicios en la parte central de la entrada y un salón de eventos”, cuenta algunas ideas que ya se presentaron para ser aprobadas. La base del proyecto es “satisfacer las necesidades de la zona en ese momento, por lo que queremos ver qué rubros le van a faltar al Parque de innovación que está al lado y que puedan ser de servicio para la zona”, agrega.

Es que el edificio está en la puerta del proyecto del Gobierno Porteño para hacer un Silicon Valley en la Capital Federal: el Parque de Innovación. El espíritu del parque es unir en un solo lugar y bajo el foco de la innovación a universidades, residencias universitarias, empresas tecnológicas, institutos terciarios, espacios de coworking, instituciones de innovación en salud, entre otras.

Inspirado en parques científicos-tecnológicos que existen en el mundo, las autoridades del proyecto calculan que pasearán por sus calles alrededor de 30.000 personas y estiman que la actividad económica rondará los US$1.000 millones anuales.

Al ser un apéndice del polo tecnológico y educativo, despierta interés de distintas entidades que quieren sentirse parte del nuevo eje de la ciudad. “Todavía no tiene un destino definitivo y ya hay varios jugadores interesados que quieren estar ahí, como empresas tecnológicas y de salud”, sostiene el Presidente de la desarrolladora, y aclara que buscan que allí convivan un mix de servicios.

Las oficinas que contempla el anteproyecto son AAA y Fernández estima que convalidarán el mismo precio que se pide en la zona: un alquiler de entre US$25 y US$30 por metro cuadrado. “El que compró en el parque y se quedó sin estacionamiento o el que no llegó a adquirir un terreno tendrá acá oficinas y un estacionamiento en una sola planta”, dice. En ese contexto, explica que construir estacionamientos en el Parque no es nada fácil dado que las parcelas del proyecto vecino de la ciudad son chicas y la realización de estacionamientos subterráneos es muy costosa porque hay agua debajo.

Más allá de la proximidad con el parque, la ubicación ya es un diferencial en sí. Emplazado sobre la calle Pablo Ricchieri al 3255, “el edificio es flexible y la parcela permeable porque tiene salida a calles importantes: Campos Salles, Ricchieri, Udaondo y está a metros de Avenida del Libertador, por lo que es un lugar práctico para instalar una empresa”, opina Fernández.

De hecho, a pocos metros se encuentran en plena construcción tres torres en el terreno que adquirió el Grupo Werthein en 2018. Los edificios premium de 100 metros de altura comprenderán residencias, un hotel cinco estrellas y branded residences con una matriz sustentable.

En una zona tan concurrida, un problema recurrente para quienes circulan es encontrar dónde estacionar. “Hay muy poco estacionamiento y la idea es abastecer a todo el barrio de Núñez. El lote tiene 10.000 m² y vamos a hacer 400 cocheras en el nivel cero y a medida que el parque se desarrolle vamos a hacer dos subsuelos con capacidad de más de 1000 cocheras que se sumarán a las de la planta baja”, anticipa.

Eventualmente, el proyecto podría crecer en magnitud e ir más allá del edificio. “Tenemos 2000 m² para construir en el terreno, que podrían ser para más locales que necesiten los alrededores”.

Si bien el diseño final no está definido y la inversión está íntimamente relacionada con las empresas que quieran subalquilar el edificio, Fernández estima que la reconversión no demandaría más de US$5 millones.

El estilo del edificio proyectado por la Dirección General de Ingenieros tiene un pie en el racionalismo y otro en el monumentalismo que caracterizaba la época en la que se construyó.

Según explica en la guía de monumentos porteños Sergio López Martínez, quien fue coordinador general del Programa de Patrimonio Arquitectónico Argentino en la Dirección Nacional de Patrimonio y Museos de la Secretaría de Cultura de la Nación, “el conjunto de líneas sencillas y desornamentadas se organiza simétricamente en tres volúmenes mediante un doble frente estructurado en torno al polígono de tiro posterior, de 60 metros de largo, con su galería de público, palco de tiradores y cabinas para tiro de fusil y revólver”.

Describe que el pabellón social es resaltado dentro de la fachada mediante un par de torreones-mástiles y un basamento de ladrillo refractario. Este “se continúa en alas curvas que se integran al campo de deportes mediante balcones de inspiración náutica como expansión de los salones comedor y de fiestas del primer piso, decorados por Nordiska Kompaniet, empresa sueca dedicada a la fabricación y diseño de muebles de estilo que instaló su fábrica en el país en los años 30″, cuenta.

Cuando el edificio estaba en manos del Tiro Federal en la planta baja había un hall central con su Salón de los Trofeos, y hasta hoy en el primer piso se puede apreciar el poco conocido mural “Desembarco de cañones” (1937) pintado por el célebre artista Benito Quinquela Martín. El arquitecto egresado de la Universidad de Buenos Aires narra que para dicho mural se eligió “el tema del trabajo portuario de La Boca como paisaje simbólico del Progreso y la Modernidad”.

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